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“Sin prevención en España, seguirá habiendo viajes de los que una niña vuelva mutilada”

Hodan sabe bien lo que es la mutilación genital femenina. La conoció de niña en su país, Somalia, y hoy lucha contra ella desde España, como mediadora de Médicos del Mundo con mujeres en riesgo

Empecemos por un cuento triste. Una mujer, con la que Hodan Sulaman -mediadora de Médicos del Mundo en el tema de la mutilación genital femenina, en Parla (Madrid)- había hecho un taller hacía tiempo, la llamó y fue a su casa. Le pidió perdón. “¿Perdón por qué?”, le respondió Hodan. “Porque no te hice caso. Porque me dijeron que te habías vuelto como las blancas y que no te hiciera caso”. Aquella mujer que no había hecho caso a Hodan se había casado infibulada, esto es, habiendo sufrido la forma más terrible de ablación, la de tipo III, que consiste en la eliminación del clítoris y el estrechamiento al mínimo de la abertura vaginal -“te cosen, te quitan todo”, resume gráficamente Hodan-. Había quedado embarazada tras escenas dignas no de un cuento triste, sino de una pesadilla brutal. A tres meses de la fecha parto, sin haberse hecho una revisión -a una mujer infibulada es más que posible que no se le puedan hacer más que ecografías externas- se le nubló la vista y cayó al suelo. Y ya en el hospital, cuando los doctores le explicaron que había tenido un aborto y que el niño, su diminuto cuerpo, no había podido salir por una abertura tan estrecha, se acordó de Hodan. De su taller y de quienes le dijeron que no le hiciera caso, que se había vuelto como las blancas.

Esta historia triste no ha sucedido en uno de los 30 países del África Subsahariana y de Oriente Medio en los que todavía se realiza esta práctica. Ha sucedido en Europa, en el siglo XXI. Y sigue pasando, porque aun cuando esta mutilación sea delito -pena de prisión de 6 a 12 años e inhabilitación de la patria potestad-, la realidad es que mujeres y hombres que viven en Occidente vuelven a sus países de origen, donde la ablación es cultura, es familia, es tradición, y del viaje sus hijas vuelven mutiladas. O no vuelven, porque saben que aquí es delito, y porque algunos casos llegan a la fiscalía y a la prensa. Sucede en Europa porque mujeres como la que pedía perdón a Hodan no saben que la mutilación genital atenta contra la salud física y psicológica, contra la vida y contra los derechos de las mujeres, e ignoran que una ablación se puede revertir quirúrgicamente, que los genitales se pueden reconstruir, y que se hace en España. Ocurre todavía en esta Europa en la que una prostituta africana que trabaja en Madrid tiene aún tan poca información como para decirle a Hodan, esta misma semana: “¿El clítoris? No sé si lo tengo; nunca me lo he visto”. Este sábado, Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, conviene recordar que afecta a 200 millones de mujeres y niñas en el mundo (las cifras son de Unicef), y que en España la población de riesgo es de 17.000, según estudios de la Fundación Wassu-UAB.

Hodan Sulaman, mediadora de Médicos del Mundo en temas de Mutilación Genital Femenina. (Foto: Ana Goñi)

Hodan Sulaman, mediadora de Médicos del Mundo en temas de Mutilación Genital Femenina. (Foto: Ana Goñi)

¿Por qué sigue sucediendo? Continuemos con otro cuento bárbaro. Tuvo lugar cuando Hodan era niña, antes de que viniera a España con su madre y dos hermanas huyendo de la guerra civil en su país, Somalia, en los 90. “No sabíamos por qué, pero de pronto desaparecía una niña, y luego otra. Un día, no vi a mi mejor amiga, Ayan, y fui a su casa a buscarla. La encontré en el suelo, tumbada en un camastro, atada con cuerdas a unos palos. ‘¿A qué juegas?’, le pregunté. ‘Dame agua’, me dijo. Y yo, que no sabía nada, se la di. Luego la llevé al baño, y el grito que pegó me hizo salir corriendo a mi casa. Ayan no volvió a correr, a saltar, a jugar conmigo. A partir del momento en que las mutilan, los hombres ya pueden casarse con ellas. Ya son mujeres, y no juegan como niñas. Teníamos unos siete años”.

En Somalia, más de dos décadas después, aún no está prohibida la ablación. En muchos otros países sí, pero la ley no se aplica: “En algunas sociedades nos tienen tan poco valoradas que lo que le pase a una niña no importa nada“, explica Hodan. Así, la prevalencia en mujeres supera el 90% en Somalia y otros tres países; el 80% en cuatro estados y el 70% en otros tres. Y, como relata Edwig Ewlla, mediadora como Hodan de Médicos del Mundo, pero en Aragón, mujeres procedentes de esos países que viven aquí, en España, en Europa, la siguen defendiendo, porque aquí viven dependiendo de sus maridos, con una integración insuficiente, y se agarran a lo que tienen, a sus costumbres, a su cultura: “El riesgo es real. Si una mujer lo defiende va a querer lo mismo para sus hijas. Las leyes están muy bien, pero si no hay un trabajo preventivo por el que vean que su cultura es muy buena en muchas cosas, pero no en esto, seguirá habiendo viajes en que una niña vuelva mutilada”.

Pero no todo son historias tristes. La madre de Hodan, que sí sufrió la ablación y sus consecuencias, no quiso que eso se lo hicieran a sus tres hijas. Le dijeron: “Tus hijas van a ser locas. Van a tener un hijo de cada color. Van a ser prostitutas”. Las repudiaron. Las dejaron, como explica Hodan, fuera de su propia sociedad. Pero no. Ni Hodan ni sus hermanas pasaron lo que pasó Ayan. “Mi madre conoce bien la religión, y sabía que eso no lo mandaba el Corán, como le contaban. Ella decía que era una cosa del diablo. Hemos tenido una madre que nos ha enseñado a gritar”, narra Hodan.

A gritar y a luchar. Hoy, en Madrid, Hodan actúa como mediadora de Médicos del Mundo en España. Esta ong organiza talleres y charlas de prevención -en un lustro, han participado más de 1.700 madres y padres- y también cursos de formación para los profesionales que pueden actuar en el tema -1.200 sanitarios y 600 docentes-. Y cuenta con unas 25 mediadoras que, como Hodan, trabajan “de hermana a hermana” en la concienciación, sensibilización y prevención de las personas en riesgo. Cada jueves, se reúnen unas 15 o 20 mujeres en Parla, con ella. Hablan. Debaten. Unas siguen creyendo que el clítoris es malo, que es sucio, que puede dañar a sus hijos en el parto, cuando lo que daña es la mutilación. Otras ya no. Hodan es optimista: “Creo que un 95% de estas mujeres ya no tocaría a sus hijas. Están en camino de salvarse”. Este sábado, en Madrid, Hodan y sus mujeres de Parla gritarán contra la mutilación. En Guinea Bissau, donde trabaja Charlotte Alvarengo, experta en MGF de Plan Internacional, toda una comunidad, la de los Bidjini, declarará públicamente que abandona esa práctica. Este sábado, en España y en todo el planeta, todos estos cuentos tristes, todas estas pesadillas, estarán más cerca de un final alegre.

Publicado en El Confidencial el 6 de febrero de 2016

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“Llevamos tiempo alertando de que el ISIS tiene un nuevo modus operandi en Europa, el que usa en Irak”

“Europa tiene que ser consciente de que nos han declarado la guerra”, dice David de Caixal, director de la consultora en terrorismo y contraterrorismo Secindef.

“Llevamos alertando desde hace semanas de este nuevo modus operandi que va a llevar a cabo el Estado Islámico en Europa. El yihadismo lo ha usado en Irak y en Israel, y desbarata las estrategias de seguridad que tenemos en Europa. Porque es muy difícil combatir este tipo de atentado”, señala después del salvaje ataque en Niza David de Caixal, director general en España de la consultora israelí-estadounidense en temas de terrorismo SECINDEF, que trabaja con las fuerzas de seguridad españolas. Para De Caixal, profesor también de Relaciones Internacionales en la Universidad de Nebrija, esta es la nueva estrategia del Estado Islámico: “Desde que está perdiendo terrirorio en Siria (más del 20%) e Irak (40%), su respuesta es llevar a cabo cualquier tipo de atentado, cuantas más víctimas mejor y de una forma irregular, con un modus operandi que no entre en nuestro sistema de seguridad y que lo debilite. No van a repetir”.

Se trata de “matar donde sea, contra quien sea y como sea, algo que sucede cada día en Irak e Israel: los ataques con vehículos lanzados contra la población, con apuñalamientos, disparando a las personas en la calle… Aquí no teníamos consciencia de ese tipo de atentados”.

Para este experto, el problema es que este nuevo modus operandi en Europa incluye a ‘lobos solitarios’ que nuchas veces “no estarán vinculados ni se habrán radicalizado directamente con el Estado Islámico. Son personas que simplemente seguirán las directrices del ISIS”. Estamos acostumbrados a pensar, según De Caixal, que los ataques vienen de perfiles radicalizados en Europa o de terroristas que proceden de los campos de batalla de Siria o Irak, pero “aunque es cierto que tenemos células terroristas en Europa, ahora el autor puede ser cualquiera en cualquier momento. Es lo que hemos visto en Niza”.

De ahí, tal vez, el fracaso de las medidas de seguridad en Francia, que ya están siendo criticadas: “Las autoridades habían establecido medidas en la Eurocopa contra células yihadistas, para ataques biológicos, químicos o de cuatro o cinco terroristas con armas automáticas… Esto ha roto los esquemas completamente”, señala.

El objetivo, Francia -el país de la Unión Europea más sacudido por este tipo de terrorismo en los últimos años- lo es “por lo que representa Francia en sí y por lo que representa ese día, el 14 de julio, la libertad, la fraternidad y la igualdad. Lo que pretenden atacar y debilitar es el significado de Europa y de Occidente, de la democracia”.

“Europa tiene que ser consciente de que estamos en una guerra. Y cuando sea consciente de que nos han declarado la guerra podremos combatirlo de una manera mucho mejor. ¿Cómo? En Irak se combate el terrorismo, pero en Siria no se ha hecho hasta el 30 de septiembre, cuando Rusia empezó a llevar a cabo ataques aéreos contra el terrorismo yihadista, atacando sus vías de comunicación y los canales de donde se extrae el petróleo”, resalta. Añade, además, la falta de “coordinación policial y de inteligencia a nivel europeo. No se comparte cierta información entre los Estados, como vimos en los fallos de seguridad en los atentados de Bruselas”.

El objetivo también es Francia por su historia colonial, sobre todo en la África musulmana, en Marruecos, Túnez, Argelia, Líbano o Siria, donde aún mantiene intereses. “También hay que recordar que de los 1.800 perfiles yihadistas -vinculados al EI- que hay en Francia, 600 están combatiendo en Siria e Irak. Es uno de los países europeos donde más personas están combatiendo en las zonas de Oriente Medio”, comenta De Caixal, que recuerda que en Cataluña hay más de 9.800 perfiles que se relacionan con el yihadismo.

Publicado en VP el 15 de julio de 2016.

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Del Unidos Podremos (1989) al “puedo prometer” (de Sánchez): vieja política para ¿nuevos? líderes

“Amigos y amigas”. El ‘guiño’ tardío al lenguaje políticamente correcto con el que Mariano Rajoy encabeza sus discursos es una de sus pocas concesiones a la modernidad política. Bien, Rajoy nunca ha brillado excesivamente en márketing: basta recordar su famosa ‘niña’, que quedó inmortalizada en caricaturas y bromas viralizadas para el recuerdo como la‘niña de Rajoy’. Tampoco ha apelado nunca el presidente en funciones a la novedad, sino más bien a su querido “sentido común”. Sin embargo, de sus oponentes, esos que hablan de un tiempo nuevo en política, sí podría esperarse algo más rupturista. Pero no. La nueva política está echando mano de un diccionario de expresiones, figuras y eslóganes que llenaban las portadas de los periódicos (en papel) hace décadas. ¿Por qué?

“Puedo prometer y prometo”

Emulando a Adolfo Suárez, Pedro Sánchez se lanzó al ruedo de su acto de proclamación como candidato para el 26J con la famosa frase del primer presidente salido de las urnas que tuvo España después de la dictadura. Compartía escenario con Susana Díaz, y quizá de ahí vino la elección del modelo, un Suárez que puede llegar al imaginario alejado de extremismos y ligado al centro. “El PSOE ha pegado muchos bandazos, y necesita volver a situar su mensaje en el centro. Se busca un reposicionamiento”, señala José Luis Álvarez, profesor de liderazgo en INSEAD y autor del libro Los presidentes españoles (ed. Lid). El intento, según Álvarez, es que “se piense que hay equidistancia entre el PP y Podemos, y que no la representa Ciudadanos; es un intento de ocupar un espacio que C’s piensa que es su espacio natural”. De ahí el “puedo prometer y prometo decencia; puedo prometer y prometo diálogo; puedo prometer y prometo dedicación” de Sánchez.

Sin embargo, aunque Díaz y otros barones vigilen cualquier escoramiento de Sánchez a la izquierda de Podemos, lo cierto es que buena parte de los votos socialistas se los está disputando al partido de Iglesias, entre un electorado joven y más de izquierda que de centro. “La clave está en que es una figura carismática. Es obvio que la mayoría de los menores de 35 no conocen su figura, pero les suena. Igual que los que somos de otras generaciones no hemos visto jugar a Zarra, pero sabemos que es carismático”, sostiene José Luis Sanchis, pionero de la consultoría política en España, director de más de un centenar de campañas electorales en todo el mundo y colaborador de Suárez en aquellas elecciones del “puedo prometer”, las de 1977. Para Sanchis esa reivindicación de Sánchez de la figura de Suárez obedece más a una búsqueda al “elector de centro y centro izquierda”, pero eso no quita que haya “entre 100.000 y 200.000 electores”, de izquierdas y de edad avanzada, para quienes Suárez sigue siendo un referente al que recuerdan “no tan de derechas”. Para Álvarez, en todo caso, “es muy tarde” para que el PSOE recupere el voto joven y de ciudad que se le ha ido a Podemos.

En todo caso, la alusión de Sánchez a aquel “puedo prometer” es “poco original”, según Álvarez, y responde a que “algún asesor no tuvo un buen día”. Entre otras cosas, porque Suárez representa una “política predemocrática”, y el hecho de tomar su figura como modelo (por Sánchez y otros) “en una época de desprestigio de la política, es preocupante”: “Sería el equivalente a la figura de Trump en Estados Unidos. Se ensalza al que no es político”.

#NosUneSuárez, ¿o nos separa?

Pero la reivindicación del expresidente no viene sólo por el lado del PSOE. En aquel pacto entre Sánchez y Rivera, el cuadro elegido para escenificar la firma fue El Abrazo, de Juan Genovés, uno de los iconos de la Transición, y en Ciudadanos la referencia a Suárez es más que habitual. “No me puedo comparar con Suárez ni en broma, pero espero que haya coincidencias”, ha afirmado el líder naranja, aunque más bien parece que sí quiere que se haga esa comparación. El PP, por su parte, lanzaba poco después del discurso de Sánchez el hashtag #NosUneSuárez, y con él tuitearon y retuitearon varias de las formaciones populares, incluido el propio presidente.


Para Sanchis, la apelación a su figura por parte del PSOE no tiene “ninguna lógica. Si hay un partido que lo atacó en su día fue el PSOE. ¿No recuerdan cuando lo llamaban ‘tahúr del Misisipi’?”. Lo hizo Alfonso Guerra, aunque para Sanchis la pugna por el expresidente tiene más que ver con PP y Ciudadanos: “Su figura puede ser un argumento para decidir el voto de entre medio y un millón de electores, y eso puede llevar a ganar o perder unas elecciones”. “El PP utiliza a Suárez más como reacción que por iniciativa propia. Y Ciudadanos busca lo mismo que el PSOE”, añade Álvarez, “apropiarse del centro, aunque con una figura curiosa, que puede definirse como supra o infrademocrática, pero que desde luego no responde al momento actual”.

Programa, programa, programa

“Estamos en un momento de falta de ideología, y los partidos se tienen que agarrar a eslóganes y pequeños ‘trucos’ publicitarios”, sostiene Álvarez. “El PP, con Rajoy, no tiene ideología. El PSOE ha perdido el referente socialdemócrata. Ciudadanos es puro posicionamiento. Los únicos que la tienen, nos guste o no, son Podemos e Izquierda Unida, y por lo tanto son también los únicos que pueden apelar al programa”. Los líderes de estas formaciones ciertan, para este analista, en sus habituales referencias al machacón estribillo que durante tanto tiempo repitió Julio Anguita. Coincide Sanchis con Álvarez: “Aciertan en el fondo, porque IU y Podemos tienen una serie de valores muy determinados. Y en la forma, puesto que el ‘programa, programa, programa’ tuvo mucho éxito”.

También acierta Unidos Podemos en el personaje, Anguita, de quien ya han confirmado que figurará, como símbolo, en el último lugar de su lista por Córdoba: “Tiene la pureza del perdedor. Y la imagen de quien siempre ha actuado de acuerdo con sus principios. Es una persona mesiánica, dogmática, ideológica: ofrece lo que la gente en una época de inseguridad necesita”. Hay cierta polarización, sin embargo, en Podemos respecto al histórico de IU: la transversalidad que predica Errejón parece alejada del hecho de “relanzar actores que hicieron un buen trabajo, pero cuyo momento histórico fue otro”, según señalaba recientemente un análisis en uno de los foros de Telegram próximos al dirigente.

La ‘pinza’

También a Anguita recuerda una de las expresiones rescatadas de la historia para el 26J: “la pinza”. El concepto, que atacaba a mediados de los 90 un supuesto acuerdo entre el PP e IU para echar a Felipe González, lo ha usado del PP -para criticar la ‘pinza’ entre PSOE y Ciudadanos-, el PSOE -sobre las coincidencias entre Rajoy e Iglesias-, Podemos -sobre la ‘gran coalición‘-… “Con estas expresiones lo que se intenta generar son respuestas automáticas no bien pensadas. Una salivación”, dice Álvarez. “Lo que ocurre es que ahora cuando juegan cuatro jugadores y ninguno es mayoritario, tiene que haber alianzas. Usar esa palabra lo que realmente significa es que los políticos españoles no están acostumbrados a las coaliciones; son ‘pinzas’, sí, pero forman parte del juego táctico normal cuando hay tantos jugadores. Es una simple campaña de publicidad negativa. Es como si pensaran que los españoles no están acostumbrados a esos juegos políticos multipartidistas”, señala.

En el mismo sentido se manifiesta Sanchis: “La ‘pinza’ responde a la ley electoral, que dicta que será presidente el que consiga mayoría de diputados, no de electores. Y eso quiere decir que tiene que haber pinza”. Sanchis puso de moda otra expresión, la famosa ‘horquilla’ electoral, y sostiene que “cuando una palabra tiene fortuna, como la tuvo ‘casta’, sigue siendo valiosa”. Quién sabe, quizá en 20 años alguien vuelva a poner de moda la famosa ‘casta’ que tanto se escuchó en las primeras campañas de Podemos y hoy nadie nombra.

‘Unidos Podremos’

No pasa de la anécdota, pero el nombre de la coalición elegido por Iglesias y Garzón, Unidos Podemos, tiene precedentes históricos. “Unidos podremos” fue, de hecho, el lema de una campaña elaborada por José Luis Sanchis para una campaña del presidente de Canarias Fernando Fernández a finales de los 80. “Era una época política muy parecida a la actual, en la que se necesitaba consenso”. A Sanchis el Unidos Podemos le parece “un buen eslogan, aunque su gestación ha sido un problema”, y se pregunta qué futuro tendrá, incluso en las papeletas. Por ahora, de hecho, el logo de Unidos Podemos no recoge ni su propia denominación.

Pero el de Unidos Podremos no es el único antecedente. En 1982, el comunismo andaluz eligió un “Juntos podemos”, que se saldó con un fracaso electoral (66 escaños del PSOE por 8 del PCE) del que el PCE hizo entonces una lectura clara: la de que el lema, al que se calificó de ambiguo, favoreció el voto útil al PSOE. Una lección de la que quizá deberían tomar nota en Unidos Podemos. Porque, como señala Sanchis, la política, “sus objetivos, medios y técnicas”, más allá de Internet, “es sustancialmente la misma que hace 25 años”.

Publicado en VP el 22 de mayo de 2016

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La defensa contra la pena de muerte de Pablo Ibar ha costado más de un millón de euros públicos (y no basta)

La pena de muerte está fuera del ordenamiento español, pero las arcas públicas sí se ocupan de ella: la defensa de Pablo Ibar ha contado, hasta hoy, con unos 1.100.000 euros en subvenciones. El juicio se repetirá, y aún se necesitan más de 500.000 euros.

El infierno comenzó para Pablo Ibar en junio de 1994. El 26 de aquel mes, apareció un coche ardiendo en una carretera en Florida (EEUU). Pertenecía al dueño de un club nocturno, Casmir Sucharski, cuyo cuerpo fue hallado al día siguiente, junto a los de dos mujeres, Sharon Anderson y Marie Rodgers, en su casa. Les habían disparado. De una grabación de videovigilancia, se extrajo un retrato de los atacantes, y se detuvo a Ibar y a otro hombre. En el verano del año 2000 Ibar fue condenado a muerte. Luego llegó el grito diario de los guardias, los días intentando no pensar, los golpes en la puerta de la celda, demasiado pequeña, siempre demasiado pequeña para quienes están “encerrados sólo a la espera de la muerte”.

También llegó la batalla legal, que dura hasta hoy. El último capítulo, hasta la fecha, lo ha dictado el Tribunal Supremo, que ha desestimado un recurso de la fiscalía contra la anulación, el pasado febrero, de su condena, por la defensa “deficiente” que ejerció en su caso el abogado de oficio. En 15 días Ibar podrá salir del corredor de la muerte, pero no de las sombras de una pesadilla en la que siempre se ha declarado inocente: vuelve al “minuto cero” del caso, como señala Andrés Krakenberger, portavoz de la Asociación contra la Pena de Muerte Pablo Ibar. Vuelve al mismo tribunal de Florida que lo condenó a muerte, y vuelve a luchar contra la acusación por el asesinato de Sucharski, Anderson y Rodgers.

La situación, sin embargo, es hoy distinta. La defensa de Ibar no la lleva un abogado de oficio que, aun bregado en penas de muerte, sufrió mientras atendía problemas de salud y una detención por agredir a una mujer (“no estaba ni para llevar una multa de tráfico”, dice Krakenberger). Habrá pruebas periciales (178.000 euros), habrá un equipo de defensa formado por tres letrados, dos de ellos expertos en jurados y un tercero, Benjamin Waxman, que se conoce los vericuetos del caso. En total, el presupuesto es, al cambio, de cerca de 1.158.000 euros, de los que la familia ha pagado cerca de la mitad. Ello gracias, en buena parte, a las subvenciones públicas que, desde 2006, han costeado en parte su lucha contra la condena.

“En cuanto al apoyo consular, no hay ninguna queja. Siempre que el consulado ha sido necesario, ha actuado. Pero hemos manejado unos presupuestos que están muy por encima de los de una familia normal. Y hemos tenido que batallar por conseguir apoyos económicos tanto en el Congreso como en el Parlamento Vasco“, señala Krakenberger. La primera apelación al Tribunal Supremo, realizada en 2000 y fallada en 2006, no prosperó. Costó 350.000 dólares, que consiguió la familia “vendiendo camisetas, póster, chapas… Como hormiguitas”. Aquello, sin embargo, era inasumible, e intentaron lograr partidas presupuestarias, que finalmente llegaron para todos aquellos ciudadanos españoles que afronten una posible pena de muerte y siempre ligadas a que se destinen íntegramente a las defensas legales.

En 2007, el País Vasco les concedió la primera, de 100.000 euros (al año), que ascendieron a 125.000 en los primeros tiempos del Gobierno de Patxi López. Llegó la crisis, y se quedó en 50.000, aunque el Gobierno de Íñigo Urkullu está estudiando ampliarla en este “momento estratégico” de la defensa de Ibar. En 2009 llegó la estatal, que ha rondando desde entonces los 30.000 euros (el máximo para estas subvenciones). La diputación de Guipúzcoa se sumó también con 10.000 euros, reducidos también con la crisis a 8.000. En total, las subvenciones con coste a las arcas públicas del caso Pablo Ibar han sumado, desde 2006 hasta este año, 1.100.000 euros. El Gobierno vasco ha aportado la mayor parte de los fondos; el Estado, unos 250.000 euros.

La orden ministerial con la que se concreta la subvención estatal recuerda la necesaria defensa jurídica de los españoles en el extranjero y menciona “la muy elevada cuantía del coste de una defensa jurídica de calidad en un procedimiento de esta índole”. Establece una excepción al principio general de que no se den subvenciones para los españoles que puedan acudir al turno de oficio en el país en el que afronten esta condena: “No debe aplicarse de forma absoluta”, reza, dada la “excepcionalidad de la pena de muerte, no prevista en nuestro ordenamiento y cuya abolición universal es uno de los objetivos expresos de la política exterior del gobierno”. “¿Por qué no acude a la justicia gratuita?, se podría argumentar en el caso de Pablo. Es que él ya acudió. Es que su primer abogado fue de oficio”, afirman en la asociación que lleva el nombre de Ibar.

Para afrontar el nuevo juicio, a la familia le quedan por conseguir unos 570.000 euros. “Nos vamos a patear todas las instituciones, ayuntamientos y gobiernos autónomos, y acudiremos al Gobierno, cuando deje de estar en funciones”. Ya han visitado a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, al lehendakari, Íñigo Urkullu, al viceconsejero de Justicia de la Comunidad de Madrid… “Hay voluntad política”, sostiene Krakenberger, que aunque entiende que “el resultado sólo puede ser uno”, la libertad de Ibar, advierte de que “no se puede bajar la guardia. Se enfrenta a otra posible condena de muerte”. Ibar lleva casi 22 años entre rejas, 16 de ellos a la espera de la muerte. O de la esperanza.

Publicado en VP el 21 de mayo de 2016

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Pascale Warda, exministra iraquí: “Europa debe acoger a los refugiados, pero sabiendo quién es quién”

Exministra iraquí para los Refugiados, víctima de atentados, activista e hija de un clan perseguido y exiliado, Warda advierte a Europa: “No penséis que estáis a salvo. Vuestra paz es fácil de romper. El Estado Islámico no es sólo un problema sirio o iraquí”.

—España ha acogido hasta la fecha 18 refugiados…

—La pregunta que sigue queda en el aire, porque la entrevistada interrumpe, entre el estupor y la incredulidad:

—¿18 refugiados? ¿18? ¿Quieres decir 80?

—No, 18.

—¿Y hay familias?

Pascale Warda (1961, Daouida, Irak), la mujer que aún no sale del estupor por el número de desplazados acogidos hasta la fecha por España de entre los llegados a través de Turquía, Grecia e Italia, sabe bien todo lo que hay detrás de la palabra refugiado. También de los términos exilio y genocidio. Lo sabe bien, en carne propia, como cristiana asiria en Irak exiliada en su día a Francia; como miembro de una familia que huyó de los ataques químicos con los que el régimen de Sadam Husein quiso acabar con las minorías; como hija, hermana, prima, de un clan -18 personas, precisamente 18- que cruzó a finales de los años ochenta, a pie, la frontera de Turquía para entrar en un campo de refugiados y llegar a Grecia; como exministra de Inmigración y Refugiados en el tumultuoso Gobierno de transición tras la caída del dictador (ella sufrió cinco ataques, en uno de ellos, murieron sus cuatro guardaespaldas); como presidenta de una ONG, Hammurabi, dedicada a intentar que los desplazados no pierdan sus raíces. Lo sabe bien, y quizá por eso su postura sobre este tema, esbozada en una entrevista con este periódico con motivo de la presentación de su biografía, Una rosa en Irak (ediciones Teconté), es contundente. Radical: “Europa está obligada a acoger a los que realmente son refugiados, pero sabiendo muy bien quién es quién. No a los terroristas ni a quienes utilizan el derecho al asilo con otros propósitos. Los Gobiernos tienen la responsabilidad de usar la tecnología y todos los medios para examinar caso por caso”. La sospecha, la suya y una vieja polémica en España, es que el Estado Islámico está infiltrando a sus miembros entre quienes vienen huyendo aterrorizados, precisamente, del ISIS.

Warda no habla de ISIS, sino, siempre, de “dark Daesh”. Esto es, el oscuro Estado Islámico (Daesh es, además, la denominación que repudian los terroristas). El maligno Estado Islámico. Porque ella conoce también lo tenebroso del ISIS. En 2014, año en el que el Estado Islámico se asentó en Irak -que, por otra parte, es su origen-, ocupando una tercera parte del territorio, se registraron 2,2 millones de desplazados en el país. Hoy, se calcula en 3,7 millones su número. Huyen del horror sanguinario de un grupo terrorista que, según Warda, “coge algunos versos que están en el Corán y los pone en práctica. Digamos que lo aplica en parte. Podría escoger los mejores pasajes, pero no”. Bajo su dominio, las “mujeres, los niños, los cristianos, no son más que esclavos”. Pero para Warda, el Estado Islámico no es un problema iraquí o sirio. No sólo. También español. Y europeo, y estadounidense. Lo es, para Warda, en dos sentidos. “Primero, porque está creado internacionalmente. Hay miembros del Daesh que salen de España, de Francia…, entrenados aquí y allí, y que se han estado moviendo con mucha facilidad”, sostiene. “No digáis ‘estamos a salvo’. Ciudadanos vuestros, que han viajado [a Irak y Siria] a luchar en las filas del Daesh, están regresando. No todos morirán allí y volverán”, añade.

Segundo, el ISIS es un problema europeo por “políticos que no son conscientes del peligro que representa ni de que el derecho de asilo es para aquellos que están en peligro. No pueden acoger a todo el que se presenta en sus fronteras, o pueden hacerlo, pero después de saber quién es quién. Yo sé, y de una forma muy directa, que centenares de miembros del ISIS se han introducido entre quienes piden asilo provenientes de Siria e Irak, y ellos no vienen a ser buenos ciudadanos, sino a cometer actos como los de Bruselas o París“. Con la misma contundencia con la que sostiene esta sospecha, Warda defiende el derecho al asilo para quien realmente lo merece, y critica también la visión europea del problema de los refugiados: “Si sólo pensamos en lo económico perderemos la humanidad, la moral y todos nuestros valores”, señalaba también en la presentación del libro.

Su historia personal y familiar le ha llevado a tener una particular visión de cómo se debe ayudar a los refugiados: anidando en ellos la idea de que vuelvan a su tierra. Aunque pertenezcan, como ella, a una minoría perseguida: Warda tenía sólo cuatro meses cuando las 82 casas de su pueblo fueron destruidas. Esta semana, en Madrid, aún se emociona recordando cómo su familia huyó del genocidio conocido como Anfal. Su pueblo, como tantos otros, fue de nuevo arrasado, y 18 miembros de su familia huyeron hacia Turquía. Uno de sus hermanos contaba sólo 6 años. Ella, que a sus 27 años estudiaba en Francia, viajó sola hasta Diyarbakir, después de pasar dos meses sin ninguna noticia. “Sentía que estaban vivos”. Y lo estaban: el arzobispo de Estambul le dijo que tenía una lista de nombres, las de los supervivientes de la huida, que alguien, en el campo de refugiados, entregó a una enfermera. Estaba escrito en árabe, y aún no la habían traducido. “Me la enseñó, y allí estaba el nombre de mi familia. Aún conservo esa lista”, dice. Sucedió en 1988, pero podría ser una crónica actual.

El viaje de los suyos continuó hasta Grecia, y sólo lograron el visado hasta Francia gracias a la mediación de Danielle Mitterrand, para quien Warda sirvió de traductora en su campo. Su padre, en aquel periplo, tenía un empeño: no decir adiós para siempre a la tierra de sus antepasados. Es lo mismo que siente ella, que permanece en Irak sin sus hijas, y lo que intenta respecto a los desplazados desde la ONG que preside: “Por supuesto, tienen que proteger tu vida y huir si es necesario. Yo no les digo simplemente ‘quedaos’. Cada uno es responsable de sus decisiones. Pero sí que no piensen que Europa va a resolver todos sus problemas. Les digo que mientras sea posible, es mejor que se queden en su país. Recibirán más ayuda humanitaria y, cuando sus pueblos sean liberados, podrán volver. Lo que hay que hacer es mejorar las condiciones de vida en los campos de refugiados en Irak”, afirma. Preguntada por el caso de Erbil, población que siente la sombra de ese dark ISIS a pocos kilómetros, responde: “Si se mantiene la seguridad, deben quedarse. Si entrase el Estado Islámico toda esa gente podría morir. Es una gran responsabilidad. Pero Barack Obama ha dicho que Erbil es la línea roja”.

Para Warda, el problema del ISIS se solucionaría “en una tarde, si Occidente quisiera eliminarlo”. No con drones, o no sólo, sino con tropas internacionales que pongan sus botas en tierra iraquí: “Sólo con un ejército habrá un intento real de echar a esa gente”, señala. La exministra iraquí asegura que el ejército y las milicias de su país dejaron a la población “en manos de los terroristas”, y pide una fuerza internacional que trabaje con él: “Nada se consigue con las milicias, que sólo protegen a los suyos. Los kurdos protegen a los kurdos, y los cristianos no tienen a nadie”.

Warda describe Irak como un país “hambriento y enfadado”, de eternas venganzas, y que “sigue en guerra desde la caída de Sadam Hussein”. Ella fue miembro de aquel primer gobierno de transición a la democracia que reinstauró la pena de muerte horas antes de que el dictador compareciera ante el tribunal que lo condenó a morir. Hussein murió en la horca, pero (casi) todo sigue igual. O peor, según ella, en cuanto a las necesidades de la población. Warda habla de “caos político”. Hussein no está, pero “la mentalidad de los suyos, sí. Cada grupo tiene la misma idea dictatorial que tenía el régimen. La de ‘cállate o te mataremos’. Esa es la mentalidad de los políticos, aun ahora”, sostiene. Incluso hoy, y desde Madrid, esta mujer que sufrió en su cargo hasta cinco intentos de asesinato, pide que se suavicen sus declaraciones sobre temas espinosos en plena entrevista: “Yo no lo escribiría así… Estaría en peligro”, pide en un momento dado. Sobre los avances de la democracia en este sentido, explica: “Con Hussein había sólo una voz. Ahora hablo, escribo…. Es cierto que puedo morir en cualquier momento, pero se puede hablar”. ¿Por qué no tirar la toalla? “La tentación está ahí cada día. Pero hay personas que quieren seguir viviendo en sus casas, con dignidad, y yo siento que tengo que estar ahí con ellos”.

Publicado en VP el 15 de mayo de 2016

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La PAH se parte en dos en Madrid entre acusaciones de servilismo político pro Carmena

“No quieren que se ataque a un Ayuntamiento amigo”, dice una parte. “Tienen miembros que fueron del PSOE, del PC… y cobran a los afectados”, aseguran en la otra. La PAH de Madrid se desangra segada en dos.

Busquen PAH Madrid en Twitter. Encontrarán dos cuentas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Madrid. Son muy similares, salvo por dos detalles. Una, la más antigua, enlaza a la web de siempre de la asociación y especifica su localización, en la calle Francisco Silvela de la capital. La otra añade un “Oficial” a su nombre, y sitúa la sede en San Cosme y San Damián. Son diferencias mínimas, tras las que se esconde el hecho de que la PAH se desangra dividida en dos. Es la nueva realidad del movimiento en el que, en su día, participó tan activamente la hoy alcaldesa de Barcelona, Ada Colau: una misma -en teoría- lucha y dos sectores irreconciliables, al menos (o por ahora) en Madrid. Ambos mantienen el nombre, y mientras el primero (el de Francisco Silvela) tiene la legitimidad de figurar en el registro de asociaciones, el otro tiene la de la Coordinadora de Vivienda de Madrid, que ha expulsado a los primeros del movimiento.

La referencia a Colau no es baladí, porque los “expulsados” aseguran que detrás de los motivos esgrimidos para echarlos está, en realidad, acallar cualquier crítica a los nuevos ayuntamientos cercanos al movimiento, como el de Barcelona o Madrid tras la llegada a la alcaldía de Colau y Manuela Carmena. “Algunas personas han aprovechado la PAH para sacar alcaldías o sentarse en el Congreso. Esto ha empezado en Madrid, pero es un problema estatal”, sostiene Luis Chamarro, presidente de la PAH que reúne cada viernes unas cien personas en la calle Francisco Silvela, con unos 1.200 casos abiertos en total, según dicen. “El problema de fondo es que no querían que tocáramos el Gobierno de Carmena”, afirma. Esta PAH ha sido muy combativa con la Oficina de Intermediación Hipotecaria, constituida por el Gobierno de Ahora Madrid “para lograr el acuerdo de Gobierno con el PSOE”, según Chamarro, y en la que están presentes los notarios, para ellos parte implicada en el problema de la vivienda. “Para nosotros es dramático. A la propia Carmena le dije yo un día: ‘La traición es lo que duele, que lo hayan hecho ustedes'”.

[Pinche aquí para consultar el documento de la PAH (San Cosme y San Damián) sobre la expulsión]

“Querían hacernos callar. Que no tuviéramos voz propia, que no habláramos de temas que alteraran la ‘paz’ municipal”, continúa Chamarro. Desde el otro lado, la sede de la PAH ‘oficial’ de San Cosme y San Damián (unos 200 afectados, señalan), se defienden. Y atacan. Marga Rivas niega la mayor: “Se han autoexcluido. Llevábamos un año intentando que rotaran los cargos de la asociación [presidida por Chamarro] y se están saltando los principios básicos de las PAH, como la gratuidad o el apartidismo. Es público que entre sus filas hay un constructor que fue en listas del PSOE, un miembro del Partido Comunista, una vocal… Aquí somos afectados”, señala, subrayando que esta misma semana ellos también han emitido un comunicado contra el Ayuntamiento de Madrid por el polémico Reglamento de Vivienda: “Hasta ahora en la Coordinadora hemos intentado siempre negociar, tanto con el Ayuntamiento (Ahora Madrid) como con la Comunidad (PP). Pero nos están toreando. En el reglamento han echado todas nuestras alegaciones por tierra”.

Acusaciones de mercantilismo y ‘golpe de Estado’

El de afectados vs activistas o militantes es un argumento utilizado por ambas partes. En San Cosme y San Damián, sin embargo, esgrimen un añadido: “En Francisco Silvela se está cobrando a los afectados. Algunos nos lo han contado, y tenemos además el testimonio de uno de sus miembros, que dijo, delante de mí y de otras personas, que él gratis no hace nada. Y en un acompañamiento a un banco, a un compañero le dijo: ‘No seas tonto, coge el dinero, que yo cobro'”, según sostiene Rivas. “Les interesa seguir captando afectados para continuar con su negocio. Por eso tienen secuestrada la página web, el correo, la cuenta corriente…”, añade.

[Pinche aquí para consultar el documento de la PAH (Francisco Silvela) al respecto de su expulsión]

Este periódico ha intentado ponerse en contacto con la persona aludida, sin resultado antes del cierre del reportaje. A falta de su testimonio, está, entre otros, el de Olga, que lleva poco más de un año con la ayuda de la PAH, ahora desde Francisco Silvela: “Nunca han intentado cobrarme, ni lo he oído en ningún caso. Y si hubiera cosas raras las denunciaría, porque no tengo nada que ocultar”. “No se cobra jamás”, recalca María -también de este sector, y perteneciente a la PAH casi desde su inicio, en 2011-. Y añade: “¿Qué pasa, que ahora hemos cambiado nuestra lucha y unos ayuntamientos son más amigos que otros? Ha habido una especie de ‘golpe de Estado'”.

La situación actual se resume bien en una frase de María: “En el Ayuntamiento, cuando intento hablar con ellos, me dicen que ya han hablado con la PAH. ¿Pero con qué PAH?”. Y una sensación, esta sí, compartida por ambas partes: la tristeza. “Es lamentable. Lo que hay detrás es acabar con un movimiento que ha logrado dar en el corazón del sistema”, asegura Feli Velázquez, de la PAH de Francisco Silvela. Es necesario aclarar que el nombre de su compañera María no es real: al poco de la entrevista, pide que no se cite, y explica: “Hay mucha amistad con unos y con otros. No quiero estar implicada en esta guerra. No puedo aguantar”.

Publicado en VP el 24 de abril de 2016

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Panamá ya tiene quien le escriba: la faceta literaria de Fonseca (el del despacho Mossack-Fonseca)

Ramón Fonseca Mora, uno de los socios del despacho que está en el centro de los ‘Papeles de Panamá’, tiene una faceta literaria. A España ha llegado una de sus obras, la juvenil ‘Ojitos de ángel’.

Ramón Fonseca, en el canal panameño TVN-2 Foto: TVN-2

Ramón Fonseca, en el canal panameño TVN-2 Foto: TVN-2

Fonseca es algo más que uno de los dos socios del despacho panameño Mossack Fonseca que ha copado portadas esta semana. No es sólo el hombre detrás de la firma que ha creado durante décadas sociedades offshore con las que autoridades, artistas, deportistas y políticos de medio mundo han intentado, presuntamente, eludir sus obligaciones fiscales o lavar dinero. No es sólo uno de los personajes en el centro del último escándalo mundial, el de los Papeles de Panamá, los ‘Panama Papers’, que surgió hace un año de una llamada al Süddeutsche Zeitung (SZ), que pasó por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y ha salpicado a un ya ex primer ministro islandés, al padre del primer ministro británico, al presidente ruso, a la hermana de nuestro Rey Emérito, a los Le Pen, a Messi, a los Almodóvar y a tantos y tantos otros. Tampoco es sólo el amigo y exministro del presidente panameño que, con la filtración, puede hacer tambalearse al Gobierno de Varela. O el que ha hecho reaccionar a Cristóbal Montoro. O el que aglutina entre sus papeles algunas de las tramas de corrupción españolas. No. Ramón Fonseca Mora es además un hombre de letras, con seis novelas, una obra de cuentos y otra de teatro a sus espaldas.

“El viejo abre los ojos lentamente. No recuerda nada”. Así arranca su obra Ojitos de ángel -publicada en España por Alfaguara en su serie Roja de literatura juvenil, en 2010-, que aún puede encontrarse en las librerías de este país. Y en las bibliotecas públicas. Allí está, en las secciones de infantil-juvenil, un poco más allá de las aventuras del Capitán calzoncillos y los cuentos de Roald Dahl. En la portada, una mano infantil sostiene una mariposa. En la contra, el resumen: “Un conmovedor relato sobre la vida y la muerte, el amor y la amistad”. Todo muy inocente.

Fonseca es un literato que quizá no pretenda redimirse a través de la literatura -no puede redimirse quien no se siente culpable, y Fonseca declaraba esta semana en una entrevista a Reuters: “No vamos a ser culpados de nada”-, pero lo cierto es que, al menos en la única de sus obras que ha llegado a España, sí redime a sus personajes. El protagonista de Ojitos de ángel es un hombre con mucho dinero, mucho poder y dedicado a negocios turbios. Dicho así, podría recordar vagamente a alguien. Pero, por ser justos, añadamos que es un corrupto y corruptor de políticos, que su negocio trata de promociones inmobiliarias, que es clasista, racista, falso hasta en la sonrisa, mujeriego y estafador de pobres. La niña de los ojitos es, como reza el título, un ángel. Esto es: la buena es muy buena; el malo, muy malo. Como en una novela de Dickens. O no tanto, porque a Fonseca se le adivina cierta simpatía por su hombre de los negocios turbios, un tal Julio Vargas, y enseguida le saca el corazoncito que todo corrupto debe de tener dentro.

Tras un accidente, Vargas se ve recluido en un hospital “para pobres”, un centro “de cuarta categoría” en el que tiene de compañera de habitación a una niña, Mechi, raquítica y -aún peor- morena y pobre. A Vargas se le hacen reales, como a mister Scrooge, todos sus demonios en la cama de ese hospital. Nadie va a verle, ni su esposa ni su amante ni su hijo. Sólo ha aparecido su abogado para resolver los papeles. Su compañera de habitación y las visitas de sus familiares, pobres, le molestan. No sabe qué ha pasado con un maletín con documentos comprometedores. Ansía beber. Ansía ir a un hospital de los que él puede pagar. “Él, que lo tiene todo, en el fondo no tiene nada”, piensa. Y encima esa niña le importuna con su ternura. Aún más cuando -ojo, que va spoiler– descubre que la pequeña de los ojitos está condenada a morir.

El desenlace es fácil de adivinar: el viejo descubre que lo importante de la vida es lo que ha dejado a un lado por sus negocios, sus amantes (mujeres a las que basta con “comprar un apartamento. Darles dinero”), su deportivo y su dinero. Eso entre odas a la dignidad de los pobres, a los hospitales para pobres y al vino tinto español (Rioja, a poder ser, “denso y seco”), y cargas (sin embargo) contra el hábito de beber, los abogados, las falsas amistades y, en general, la podredumbre que genera el dinero. Lo de los abogados tiene su miga, porque Fonseca es uno de ellos: “Tú nunca vendrías por estos tugurios, a menos que encontraras por aquí a un cliente con un buen fajo de billetes”, le espeta Vargas al suyo.

También hay figuras literarias, digamos, no muy arriesgadas (“frías como el acero”) y la costumbre de enmarcar las frases entre exclamaciones e interrogaciones al tiempo, por si el lector no se había dado cuenta de que Vargas está enfadado. Poco más. Quizá porque Fonseca no es Dickens, se dedica a otras cosas, como las sociedades offshore, aunque atesora dos premios nacionales de la literatura panameña. Sus obras, sus críticas y hasta juegos sobre sus novelas pueden encontrarse en su web, dedicada a esta otra faceta del socio panameño de Mossack Fonseca.

Publicado en VP el 10 de abril de 2016

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El drama de la miseria: cada 20 días muere un ‘sin hogar’ por agresiones

La calle mata. En España, cada seis días muere una persona sin hogar, un 27% de ellas, víctima de una agresión.


A Pepe, en Madrid, le prendieron fuego. A Manuel, en Sevilla, le tiraron piedras. A otro Manuel, éste en Córdoba, le pegaron con porras. Todos ellos han escuchado insultos. Todos han sido humillados. Todos saben lo que es el desprecio y el odio al pobre y también que lo sucedido la semana pasada en la Plaza Mayor de Madrid, cuando unos hinchas del PSV ultrajaron a varias mujeres que pedían dinero en la calle, no es una anécdota. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, corroboraba en la presentación de la primera Estrategia Integral para Personas Sin Hogar datos publicados por el Centro Assís: cada cinco o seis días, en España, muere una persona sin hogar en la calle, y cada 20, como consecuencia de una agresión. Basta preguntar a Manuel, a Pepe o a cualquier otra persona que viva en la calle cuál es su mayor problema. La respuesta se repite: el miedo.

Es más, el comportamiento de los hinchas dista de ser una anécdota también por su perfil: eran jóvenes y estaban de fiesta. Tanto que el Observatorio Hatento -de Rais Fundación, entre otras organizaciones-, que estudia las agresiones a los sin hogar, ha rebautizado los delitos de odio como “delitos de ocio”. Según los datos de su último informe, basado en entrevistas a ‘sin techo’, un 47,1% ha sufrido un delito o incidente de aporofobia, el odio al pobre (en un 81%, más de una vez), de insultos a agresiones, y el perfil de agresores mayoritario, con un 28,4% de los casos, es el de jóvenes, mayoritariamente varones. En un 60% de los casos, las agresiones son físicas. En un 40%, se ‘contentan’ con insultos y tratos vejatorios. Los episodios se suceden: en febrero, en Madrid, dos jóvenes prendieron fuego a una persona. Pocos días antes, fue un grupo de menores el que agredió a un ‘sin techo’ en Baleares. En enero, en Zaragoza, un hombre apareció asesinado en la calle y se detuvo a un joven.

El patrón de las agresiones se repite. A las dos o tres de la mañana, un grupo de jóvenes sale de un garito. Un hombre duerme en un parque, en un cajero, en un banco de la calle. Pasan a su lado y, “de repente, esa persona deja de serlo para ellos. Lo convierten en un objeto más de su tiempo de ocio, un objeto con el que divertirse”, según explica Maribel Ramos, coordinadora de Hatento. Llegan los insultos. A veces le orinan encima. Otras (o las mismas) le pegan. Siempre hay risas, como las que se oyeron en la Plaza Mayor.

En algunos casos (7%) las víctimas relacionan a los agresores con ideologías neonazi. Pero no siempre, ni mucho menos, es así. Los ‘sin techo’ son, como señala Ramos, un juguete más de la juerga entre jóvenes que a menudo no lucen esvásticas. Y esto, a la hora de perseguir el delito, puede convertirse en un problema. Primero, porque fácilmente escapa a los datos de delitos de odio que ya recopila el ministerio de Interior (la aporofobia aún no se cuenta como agravante en el Código Penal). Segundo, porque a pesar del esfuerzo por ‘sensibilizar’ a los primeros que intervienen, los cuerpos de seguridad, estos no identifican las situaciones de violencia como tales. Es común culpabilizar al ‘sin techo’ (“se piensa que algo habrá hecho para estar así”, describe con claridad Ramos), y por tanto ver las agresiones como reyertas en las que al agredido no se le considera víctima. Tras lo ocurrido en la Plaza Mayor, el Observatorio Hatento cuestionó la inexistente actuación policial: “Nos preguntamos en qué medida la intervención hubiera sido la misma si en lugar de mujeres en situación de exclusión social, las víctimas no hubieran pertenecido a un perfil de exclusión tan extremo”.

En España, según el INE, hay 22.938 personas sin hogar (aunque organizaciones como Cáritas los elevan a un mínimo de 30.000), de los que un 50,6% se ha sentido discriminado y un 51% ha sido víctima de un delito. El dato no es fortuito: “Vivir en la calle lleva asociado sí o sí sufrir ese tipo de hechos”, dice Ramos. Como ratificaba Alonso, cada seis días muere un ‘sin techo’, a consecuencia del deterioro que produce la calle o de agresiones, en un tercio de los casos. De hecho, la esperanza de vida de los ‘sin techo’ es 20 años menor que la de la población general. Como resume Ramos: “La calle mata”.

Publicado en VP el 25 de marzo de 2016

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¿Benidorm Patrimonio de la Humanidad? “Es como la Coca-Cola de dos litros”

Sociólogo y Premio Nacional de Medio Ambiente, Mario Gaviria es el impulsor de la candidatura. Benidorm es, para él, resumen del Estado del Bienestar y la urbe “más ecológica del Mediterráneo”

Una broma. La última ocurrencia estrambótica en periodo electoral. Una locura. La candidatura de Benidorm a la lista de bienes Patrimonio de la Humanidad, en las categorías de Bien Cultural y Natural, hecha pública esta semana, ha sido criticada y parodiada. Las imágenes que desde el NODO y las películas del destape hasta ahora nos han llegado de la localidad alicantina que reinventó en 1956 el alcalde Pedro Zaragoza no ayudan mucho a tomársela en serio. Concentraciones de turistas añosos tostándose al sol, un punto más allá del negro que siempre luce Eduardo Zaplana -uno de sus insignes alcaldes-, olas de rascacielos proyectando sus sombras sobre la arena de las playas, británicos en chanclas tomando fritanga y cervezas a mansalva, Manolo Escobar a todo trapo… Eso, todo el año. Para muchos, el infierno en la Tierra. Para otros, el paraíso. Terrenal y de clase media, sin duda, pero paraíso.

El autor de la ‘ocurrencia’, el sociólogo y, agárrense, pionero del ecologismo y de la lucha antinuclear Mario Gaviria, Premio Nacional de Medio Ambiente en 2005, profesor en su día en universidades españolas y estadounidenses, asesor del ayuntamiento de Benidorm desde que llegó, hace cuatro décadas, con una beca de la Fundación Juan March y autor de varios estudios sobre esta ciudad, se cuenta entre los segundos. Y defiende, consciente de ir a contracorriente, las ‘virtudes’ de la ‘Nueva York del Mediterráneo’ y la candidatura que ha presentado para que Benidorm “siga siendo como es. Para que no se la carguen”. ¿Y qué virtudes debería proteger la Unesco? Según él, en lo medioambiental, la construcción en vertical, más respetuosa con el entorno (“es la ciudad más ecológica del Mediterráneo”, dice), y, en lo cultural, la de ser el epítome de la Europa del Bienestar y sus vacaciones (pagadas) para todos…:

PREGUNTA. ¿Es consciente de que su propuesta suena a broma?

RESPUESTA. Sí. Le voy a contar una anécdota. Una vez que volvíamos a Madrid, mi yerno, un gran ingeniero, le dijo a un vecino: “Venimos de Alicante”. No quiso decir que llegábamos de Benidorm. Y es que entre cierta gente esto es una cosa cutre. El símbolo aquí es Manolo Escobar. Y Belén Esteban. El elegante se toma la Coca-Cola en copa, con hielos, light y sin cafeína, y el pueblo se la toma en botellas de dos litros. Benidorm es como la Coca-Cola de dos litros (ríe).

P. Defiéndame Benidorm.

R. Su plan del suelo lo hizo el mejor urbanista del siglo XX, Pedro Bidagor. Y aquí no ha habido pelotazos. La primera virtud de Benidorm ha sido el ‘desarrollo endógeno’, como dicen ahora los progres, que consiste en crear empleo y producir sin destruir la naturaleza y beneficiando a los autóctonos… Más del 80% de las plazas hoteleras, unas 60.000, son de la gente del pueblo. Eran pescadores, camareros en los trasatlánticos, capitanes de buque, que empezaron sin dinero. La historia de Benidorm es el cuento de la lechera. Con lo que ganaban un año ponían una pensión, y luego le ponían una planta, y luego abrían un hotelito… y al final, 60.000 camas. Además, salvaron la playa. Por otro lado, aquí está también la mejor relación calidad precio del mundo. Tenemos 8 millones de turistas, dos de ellos británicos. ¿Por qué? Porque la cerveza cuesta tres y los hoteles seis veces menos que en Reino Unido, un milagro. ¿No es para ser patrimonio de la humanidad?

P. ¿Y no es hora de dejar de construir?

R. Aquí no ha habido burbuja inmobiliaria porque hace 10 años que apenas se construye, aunque los hoteles están llenos todo el año. No ha habido más que un edificio, la torre In Tempo [aún inacabada], en concurso de acreedores. La gente confunde construir chalets y apartamentos con levantar hoteles, y es muy diferente. El hotel genera empleo y turismo, mientras que el chalet que tiene aquí un madrileño se usa sólo 60 días al año.

“Esperemos que el título se lo den a otros espacios realmente naturales”, replica Pilar Marcos, de Greenpeace. Para la responsable de costas de la ONG, “Benidorm es un ejemplo del mal uso del suelo y los recursos. En nuestro informe anual sobre costas, siempre aparece como uno de los peores puntos. Hay problemas por invasión de la primera línea del litoral y temas de corrupción, como en Terra Mítica, y aunque es cierto que el impacto del urbanismo vertical es menor, usa muchos recursos, el agua por ejemplo, en una zona con mucho estrés hídrico”. Se suma a la crítica Pablo Sánchez, de Ecologistas en Acción: “Yo no criminalizo Benidorm, pero ha sido ejemplo de construcción en zona forestal quemada, con Terra Mítica, durante décadas las depuradoras han estado vertiendo agua al mar del Parque Natural de Serra Gelada, el uso que hace del agua no es nada sostenible… Hay sitios peores, pero no se merece ser patrimonio de la humanidad”. Gaviria, en respuesta, saca credenciales (“yo fundé la lucha antinuclear y ecologista en España”) y lanza un guante. “Les desafío a un debate público. Han tocado el tema mejor resuelto en Benidorm. El suyo es el sistema hídrico más sofisticado de todo el Mediterráneo, y nunca ha vertido agua al mar. Cuando yo llegé aquí, tenían que traer el agua en barco desde Mallorca”

P. Primera pata de la candidatura: bien cultural. ¿Cuál es la cultura de Benidorm?

R. Ni ellos mismos lo saben, pero se deriva del mejor invento del siglo XX, el Estado de Bienestar europeo. Tenemos sistema sanitario, educación gratuita, pensiones… y vacaciones pagadas. Y el símbolo sobre el territorio de esas vacaciones es Benidorm. Aquí vienen los pensionistas y los obreros europeos a disfrutar de la cultura del Estado del Bienestar, si a alguien le parece poco eso… que se vaya a ver qué ocurre en China, Rusia o Japón. ¿Que las playas están abarrotadas? ¡Claro, porque los pobres también tienen derecho a ellas! En Benidorm nunca ha habido famosos, nunca ha habido un Sinatra o un Presley, pero está lleno de cantantes vestidos de Elvis Presley. Es una especie de sustitución de lo que traerían los ricos pero a bajo precio, y me parece que eso es una cultura fantástica.

P. Segunda pata. El medio ambiente. ¿Dónde ve el respeto al medio ambiente en esos rascacielos?

R. Es que yo apoyo este modelo de ciudad que, en vez de dispersarse en casitas hasta el fin del mundo, como en Estados Unidos, está construida en altura, y además orientada al sur, con lo cual el gasto energético es mínimo. Hasta la quinta línea de playa puedes ver el mar entre los edificios, porque no forman una muralla. Entre ellos tiene que haber 14 metros. Y una calle de cada dos son peatonales. Son cosas que no tiene ninguna otra ciudad de playa. Es muy sencillo: Benidorm es la ciudad más ecológica del Mediterráneo. Y tiene lo que no hay en ningún otro sitio: el placer de ver el mar desde el rascacielos, bajar en el ascensor y estar en la playa. Entiendo que los rascacielos les parezcan brutales a los que no les gustan las ciudades concentradas, pero nadie está obligado a venir aquí.

P. Explíqueme eso que ha escrito en el dosier de la candidatura de que Benidorm es “una ciudad baja en testosterona y adrenalina, y con alto nivel de serotonina”.

R. Porque no vienen más que los viejos… y jóvenes británicos, que se desfogan bebiendo. Ahora el IMSERSO se desprecia, pero hubo más de un millón de ancianos españoles que descubrieron el mar gracias a los precios de Benidorm. Aquí ves a los viejos más felices del mundo, la gente sonríe, va de la mano.

P. Lo llama la “utopía concreta de la buena vida”. ¿Entiende que para algunos sea más bien una distopía?

R. Sí. Muchos odian Benidorm, pero a los que vienen, les gusta. Y me dice el alcalde que es una de las ciudades con la vivienda más cara de España, por mucho que sea una locura esto de los rascacielos…

Publicado en El Confidencial el 25 de abril de 2015

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‘Expulsiones exprés’ de inmigrantes: de la comisaría al avión en 72 horas y sin defensa

El modelo de repatriación de inmigrantes desde España está cambiando. Lo constata la ONG Pueblos Unidos en su informe anual, en el que describe el auge de las “expulsiones sumarias”

“Por lo menos, deberían darles un cepillo de dientes”. La petición de Miriam, si se tiene en cuenta lo que está viviendo, parece modesta. Su hijo Raúl (18 años), desapareció de la noche a la mañana de su vida en España -llevaba más de tres años estudiando aquí-, de su instituto, de sus amistades y de su familia y, tras 40 horas en comisaría -el plazo máximo para retenerlos allí sin ponerlos a disposición judicial es de 72-, salió de Barajas rumbo a su Honduras natal. En ese tiempo, nadie le dio un miserable cepillo con el que asearse. Tampoco nadie informó a su madre de su marcha: se enteró ocho horas más tarde.

Esta misma semana en que la inmigración ha mostrado en el Mediterráneo sus dientes más amargos, con la desaparición de más de 700 personas, y Europa se pregunta qué hace y qué debería hacer ante esta tragedia, la ONG Pueblos Unidos, dependiente del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), ha presentado su informe anual sobre los Centros de Internamiento a Extranjeros (CIE) -el paso teóricamente previo a su expulsión del país-. Un informe en el que, por primera vez, ha puesto el acento en otra realidad: la de las ‘expulsiones exprés’. Las cifras obligan: según datos de Interior, en 2013 se expulsó a 4.726 personas desde los CIE, y a 6.462 desde comisarías, como le ocurrió a Raúl.

“Se les expulsa en 72 horas, sólo con el paso por comisaría. No hay asistencia letrada, salvo en la comunidad de Madrid, y se dificulta su acceso a una tutela judicial efectiva”, narraba en la mañana del miércoles Miguel González, del SJM. “Son vecinos que desaparecen”, añadía José María Trillo, coordinador jurídico de Pueblos Unidos: “Es un método más eficaz de expulsión que el internamiento en un CIE, porque se reducen sus posibilidades de defensa. Se hacen sin garantías, pues no se les suministra asistencia letrada, y con engaños, a veces, para que acudan por sí mismos a las comisarías”. Trillo citaba además dos aspectos clave de estas expulsiones “sumarias”: primero, “no se valoran las circunstancias personales ni el arraigo” y, segundo, “afecta especialmente a personas con mera estancia irregular en nuestro país”, no a quienes tienen un procedimiento judicial abierto por algún delito, pues esto, paradójicamente, les otorga más garantías judiciales.

Raúl, el hijo de Miriam, es un buen ejemplo de ambos aspectos. Su madre vino de Honduras hace 11 años, y está regularizada desde 2005. Lo mismo ocurre con su hermana, que hoy estudia en la universidad. Raúl llegó en 2009, con 15 años. Ha estudiado aquí. Una tarde, a finales de 2014, “se lo llevaron” -las palabras son las de Miriam- cuando iba al instituto, en bicicleta. No tuvo abogado hasta las cuatro de la tarde siguiente. Y antes de que se cumpliesen las 72 horas, a las 40, salió en un vuelo vuelta a Honduras. “Estuve siete años separada de mi hijo cuando vine a España. Y ahora otra vez. Me parece injusto, porque estoy bien establecida en la sociedad. He trabajado desde que llegué, y mi hija está en la universidad. Me siento desamparada; es muy duro”, cuenta Miriam.

“Entendemos que se están creando dos modelos paralelos” -relataba en la presentación del informe Cristina Manzanedo, también de Pueblos Unidos-; “los CIE han sido muy cuestionados, así que por otro lado están estas ‘expulsiones exprés’, que son más baratas, más eficaces y más invisibles, pues se producen en horas y sin intervención judicial”. Miriam, por ahora, ha emprendido acciones legales. Mientras se resuelven, demanda, al menos, un cepillo de dientes para quienes pasan por lo mismo que su hijo.

Publicado en El Confidencial el 22 de abril de 2015

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