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¿FUE ASESINADO EL PADRE DE OBAMA POR MOTIVOS POLÍTICOS?

No habría muerto al estrellarse contra un árbol, borracho como una cuba, sino víctima de un crimen político de una etnia rival en Kenia . La hipótesis la recoge un libro sobre las raíces del presidente de EEUU. La abuela keniata: «El coche no estaba muy perjudicado, ni siquiera había mucha sangre».

La noche era cerrada. Aquel 24 de noviembre de 1982 la oscuridad imperaba en África. El alcohol barato de los bares de Nairobi había convertido la cabeza de Barack Obama padre en un bombo. Todo le daba vueltas. Incluso el árbol que tenía enfrente y que no pudo esquivar. Dicen que la muerte fue instantánea y que apenas sufrió. Una hipótesis que ahora refutan los Obama africanos y que recoge un nuevo libro. La tesis: el padre del presidente estadounidense podría haber sido eliminado por su resistencia al Gobierno de los kikuyus, etnia que los británicos promovieron tras la independencia en detrimento de los luos, la tribu de los Obama.

—Barry, Barry, ¿eres tú?
—Sí… ¿Quién es?
—Soy tu tía Jane, de Nairobi.
—¿Quién has dicho que eres?
—La tía Jane. Escucha, Barry, tu padre ha muerto en un accidente.

Cuando Barack Obama (Barry) recibió la llamada con las malas noticias era un estudiante de la Universidad de Columbia (Nueva York). No conocía Nairobi ni Kenia. Y Barack Hussein Obama senior, el fallecido, no era para él más (ni menos) que un padre ausente. Sin embargo, su sombra incómoda le ha perseguido siempre. Hoy, vuelve a hacerlo. El libro The Obamas (Ed. Crown), sobre las raíces africanas del primer presidente negro de EEUU, se hace eco de las dudas que los familiares y amigos de Obama Sr. albergan sobre su muerte, en un intento que muchos expertos califican de afán por redecorar la figura de un hombre con muchos pliegues.

La versión oficial dicta que salió de un bar como una cuba, como solía, y se empotró contra un árbol. La que con este libro (que ya está a la venta en el Reino Unido y en primavera llegará a EEUU) sale a la luz, apunta a que pudo ser víctima de un asesinato político. Incluso la ‘abuela’ del presidente, mamá Sarah [en realidad, una de las mujeres de su abuelo], sostiene que el accidente no fue la causa del fallecimiento de su hijo, cuyos restos están enterrados en la casa de la octogenaria, como manda la tradición africana, en la misma tierra fértil que alberga el cuerpo de su difunto marido. «Nunca pensamos que fuera un accidente de verdad. Su cuerpo estaba entero, el vehículo no estaba muy perjudicado. […] Ni siquiera había mucha sangre», ha dicho ahora, al ser preguntada.

Como reconoce el autor del libro, Peter Firstbrook, intentar probar el asesinato, más de 25 años después, es inútil. Más cuando la biografía del personaje, con tantas luces como sombras, hace posibles ambos desenlaces. Obama Sr. era un individuo sin duda brillante, con convicciones políticas y carisma, orgulloso de su país, Kenia, y capaz por ello de vocear su opinión aunque ofendiese al mismísimo presidente y líder de la independencia, Jomo Kenyatta. Y, al tiempo, un alcohólico con un ego demasiado grande y una boca de igual tamaño, soberbio, cautivador (especialmente con las mujeres), polígamo, esposo violento y hombre iracundo que echó su carrera por la borda y que abandonó a su esposa y al pequeño Barack (1 año), para no volver más que una vez, y de visita. Pero ¿a quién de los dos buscó la muerte aquel 24 de noviembre?

Obama Sr. nació en 1936, junto al lago Victoria, vástago de un patriarca luo (y polígamo: tuvo cinco mujeres), etnia conocida en Kenia por sus dotes intelectuales y por su educación. El chico tenía inteligencia, rebeldía y arrogancia. Con un expediente inicial excelente, abandonó el instituto y su casa, tras la consiguiente paliza de su padre: «Veré cómo te diviertes ganando tu propia comida», le dijo. Corría 1953, y el país hervía con la revuelta independentista contra los británicos, que promovieron a los kikuyus y arrinconaron al resto de etnias, también la luo. Él comenzó a interesarse por la política, pero siempre tuvo una fijación más perentoria: las mujeres.

En 1957 se casó con Kezia Nyandega (su padre dio 16 vacas de dote), y engendró dos hijos. Al tiempo, trababa amistad con los que poco después gobernarían el país, especialmente Tom Mboya, un líder luo e importante promesa política. Pero Obama Sr. sabía que tenía talento, más que el resto (según creyó siempre), y quería aprovecharlo. Utilizó su encanto y, con la ayuda de varias norteamericanas fascinadas, pasó cursos a distancia y pidió becas (más de 30) para campus en EEUU. Finalmente, lo aceptó la universidad de Hawai, donde sería el primer estudiante negro africano.

En el aeropuerto de partida se quedaron su primer hijo, su mujer, Kezia, y la niña que tenía en su vientre. En el de llegada, le esperaban el título en economía, una nueva esposa que no sabía nada de la anterior, Ann Dunham, y otro hijo, Barack Jr., que nació el 4 de agosto de 1961 (técnicamente ilegítimo, puesto que la poligamia no es legal en EEUU y no se divorció de Kezia). Cuando acabó la universidad, a los 26, aceptó una beca de doctorado en Harvard, adonde se fue sin ellos. Y siguió conquistando buenas notas… y féminas: «A las mujeres les gustaba este hombre. Barry [padre e hijo comparten nombre y apodo] tuvo montones de novias», cuenta un compañero de Harvard. Entre ellas, Ruth Nidesand, una profesora también blanca, su tercera esposa (después de que Ann pidiera el divorcio) y madre de dos de sus niños.

Kenia logró la independencia en 1963. Era hora de volver y buscar un puesto en el gobierno de Kenyatta, en el que su protector, Mboya, ocupaba un ministerio. Pronto, Obama Sr. estaba en el Kenya Central Bank, donde se labró una fama de aclamado economista, pero la semilla de su caída estaba también sembrada. Siempre le había gustado beber. Se le conocía como Double-double, porque pedía dos whiskys a la vez (Johnnie Walker o Vat 69), y siempre intentaba que pagase otro. También escribió un artículo en el que criticaba el gobierno de Kenyatta, lo que le valió importantes enemigos y el pasaje al ostracismo.

A finales de los 60, algunos líderes luo pasaron a la ilegalidad; a otros se les eliminó directamente. En 1969, Mboya fue asesinado, tras lo que muchos vieron la mano del propio Kenyatta. Obama Sr. estaba en una posición difícil. Lo echaron del Banco Central, y se dedicó a beber y criticar en voz demasiado alta. Seguía viendo a Kezia, su primera esposa (que tuvo otros dos hijos, quizá suyos) y su matrimonio con Ruth, a la que según algunos testimonios golpeaba, se rompió. Conductor pésimo, sufrió varios accidentes graves.

Tuvo, aún, un par de empleos, otra esposa, una luo, y otro hijo, en 1982. A éste, de alguna forma, también lo abandonó: pocos meses después, en noviembre, Obama Sr se dejó la vida contra un árbol. Había estado bebiendo toda la noche, pero aquello, según dicen ahora sus familiares en bloque, «no parecía un accidente» sino, más bien, «un crimen […]. Ha muerto tanta gente de esa forma».

No se le veían heridas graves, el coche no parecía salido de un siniestro… Y, como comenta un viejo amigo, «los kikuyus creían que si eliminaban a los luo más brillantes, podrían gobernar para siempre». ¿Es algo que pueda probarse? No. ¿Es creíble? Tanto, quizá, como que Double- double conducía muy borracho.

Publicado en Crónica, de EL MUNDO, el 7 de noviembre de 2010 [firmado con Joana Socías]

Posted in Biografías, Crónica. El Mundo.

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