La convocatoria de 2010 se hizo en febrero de ese mismo año. La de 2011, también en 2010, en diciembre. En 2012 comenzaron los retrasos: hasta octubre no se publicaron las bases. En 2013 los investigadores que pretendÃan postularse a una ayuda Ramón y Cajal han tenido que esperar nada menos que hasta el 31 de diciembre, cuando la resolución correspondiente a ese año ha aparecido en el BOE. Son las ayudas estrella de la ciencia en España, las que agrupan a “los mejores investigadores que tenemos”, según comentan en la SecretarÃa de Estado de I+D+i. De su importancia da cuenta también Carlos Andradas, presidente de laConfederación de Sociedades CientÃficas de España (COSCE): “Suponen la inclusión en el sistema de investigadores casi senior que normalmente son muy competitivos y han tenido formación fuera de España. Es una inyección de gente nueva, muy cualificada y con visión internacional”.
El hecho es que el acuerdo entre la SecretarÃa que dirige Carmen Vela y muchos colectivos cientÃficos se queda ahÃ. La fecha de la publicación, 31 de diciembre, supone una “tomadura de pelo” para la Federación de Jóvenes Investigadores (FJI-Precarios), desde donde recuerdan que, además, el número de plazas se queda en 175, las mismas que el año pasado (y 75 menos que los previos), por debajo incluso de paÃses como Portugal (210). “A esto se añade que se incluye la cofinanciación por parte de los centros; algo para lo que no es el mejor momento. Y que antes, de alguna manera, a los Ramón y Cajal se les prometÃa que, terminada la ayuda [que es de cinco años], se facilitarÃa su estabilización aquÃ. No se les aseguraba un puesto, pero sà que se crearÃa una plaza con su perfil. Ahora, con una tasa de reposición del 10%, no se pueden sacar plazas. La situación es lÃmite”, comenta José Antonio Ruiz, portavoz de esta federación.
Concentración a la entrada del CSIC en la ‘Jornada de Luto por la Ciencia’, en octubre.Tanto FJI-Precarios como la COSCE, la Conferencia de Rectores (CRUE) y la oposición parlamentaria en pleno, firmaron en diciembre pasado unAcuerdo por la Investigación, el Desarrollo y la Innovación que incluÃa, entre sus caballos de batalla, la normalización de las convocatorias y la eliminación de los lÃmites a la tasa de reposición. Actualmente, la tasa está en el 10% en las universidades (para todo el personal, no sólo investigador) y organismos públicos de investigación (OPIS): es decir, por cada 10 jubilados, entra una persona. Carlos Andradas quiere ver, en la publicación de las ayudas Ramón y Cajal de 2013 el dÃa 31 de diciembre, “un intento, al menos, de que sà existiera convocatoria en 2013, y deja abierta la puerta a que haya otra en 2014. Aunque pueda ser más una operación de márketing, apreciamos el gesto de buena voluntad, aunque en la práctica se ha perdido un año”. En cuanto a la tasa de reposición, en un contexto en que “el número de jubilaciones está siendo alto, por la edad media de los investigadores” y en el que muchos de los jóvenes se marchan por la escasez de opciones,“sufrimos una sangrÃa. Se están vaciando las instituciones y no se están rellenando ni con personal estable ni eventual”. Compárese además el número de las ayudas Ramón y Cajal (175) con la población investigadora del paÃs (130.000 personas, no muy alta en Europa), y quizá lo mÃnimo que se pueda decir es lo que concluye este catedrático en la Complutense de Madrid: “No es muy alto”.
La estabilidad perdida
“El problema fundamental con las Ramón y Cajal es que son personas que tienen otros puestos, y se trata de hacerles una oferta atractiva para que piensen desarrollar su carrera en España. El daño viene por el escenario de falta de confianza que se genera al ofrecer las ayudas un año sÃ, otro no, sin seguridad… Además, las expectativas de incorporación al sistema de los que ahora acaban los cinco años de ayuda Ramón y Cajal son bajas. Muy pocos están teniendo esa opción”, señala Andradas. Lo corrobora Óscar Bomati, investigador de la Autónoma de Madrid en el campo de la nanomedicina. A sus 39 años (la media de los Ramón y Cajal en 2012 fue de 36), con un postdoctorado en la Universidad de California Davis (EEUU), un contrato en el CSIC y tres años en la Universidad de Zaragoza a sus espaldas, está en su cuarto año de Ramón y Cajal. Se enfrenta a la Acreditación I3 de su ayuda, que garantizarÃa la creación de una plaza con su perfil. “Antes en las universidades a casi nadie se la denegaban. Ahora parece que los criterios van a ser muy duros. El compromiso de permanencia, hasta ahora, se estaba cumpliendo en las universidades. Ahora el miedo es que se va a poner más difÃcil”, narra.
¿Y si no la obtuviese? “Imagino que me irÃa fuera. Al 95% de los cientÃficos se nos está obligando a ello. La situación es gravÃsima. Aquà hay gente muy buena, muy formada y en el mejor momento de su carrera. Con 35, 45 años, tenemos posibilidad de arriesgar, mantenemos el contacto con los jóvenes… Y estamos abocados a la inseguridad. A encontrarnos, quizá, con 40 años y en la calle. Sabiendo además que aquà no hay trabajo para nosotros. Todo es ‘váyase al extranjero’. Muy triste”, concluye Bomati.
De “suicidio” califican esa misma situación en FIJ Precarios. Desde la SecretarÃa de I+D+i defienden que “se quiere solucionar el retraso en las convocatorias. La idea es que las ayudas de 2014 se convoquen tras la resolución de las de 2013 e intentar que en 2015 se haga en el primer cuatrimestre. Lo importante es que no nos hemos saltado ninguna”. En cuanto al número de plazas, señalan las mismas fuentes, “lo que no puede ser es que a los cinco años no tengan plaza. Por eso se ha rebajado su número (a 175), no la cuantÃa (54.005.000 euros, igual que la de 2012): cuando terminan la ayuda, el centro dispone de 100.000 euros si crea una plaza permanente”. Y en lo referente a la tasa de reposición, “nos gustarÃa que fuera mayor y somos conscientes de la dificultad para que se dé el relevo generacional, pero es lo que hay. Y a base de trabajo hemos conseguido una enmienda para otros 25 contratos, que pueden no parecer muchos, pero dentro de las limitaciones…”. “Aparte de las jubilaciones, mucha gente se está yendo al extranjero. Y el ritmo al que atraemos a otros investigadores es mucho menor. ¿Esto se puede revertir? SÃ, recuperando la confianza internacional, generando seguridad y subrayando la apuesta que se hace en este paÃs por la ciencia. Pero es difÃcil recuperar el tiempo perdido”, concluye Andradas.
Publicado en El Confidencial, el 26 de enero de 2014.
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