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“Fuera se pelean por nosotros y aquí no nos quieren: mi ciencia no es española”

“Cuando publico un trabajo, lo hago con el nombre de universidades estadounidenses o británicas. Mi ciencia no es española, porque no puedo estar en un sitio donde no me quieren”. Las palabras son deJavier Gutiérrez Illán, doctor especialista en cambio climático y sus efectos sobre la distribución de las especies que ha trabajado fuera de España y este año esperaba volver a su tierra para continuar su carrera. No podrá, porque las becas Juan de la Cierva (JDC), para las que se postuló en noviembre de 2012, siguen, nueves meses después, sin publicar ni una primera resolución provisional de su concesión. No es que no se la hayan concedido: es que, sencillamente, siguen en el aire.

En su misma situación están los 2.836 de investigadores que se presentaron a sus 225 plazas, víctimas todos ellos de un retraso que paraliza sus carreras. Que, en la mayoría de los casos, como el de Gutiérrez, los impulsa a irse fuera de España. Un lugar, según recalca él, “donde o no hacemos falta o no están dispuestos a aportar lo necesario para mantenernos aquí”.

Lo que sucede con el subprograma Juan de la Cierva puede ejemplificar el parón que está sufriendo la ciencia en España. A los recortes (las becas de 2011 contaban con un presupuesto de 33.600.000 euros; las últimas, de19.440.000), se suma el hecho de que en 2012 se retrasó su convocatoria (se convocaron a final de año, en octubre, cuando solía ser a principios).

Es más, la resolución de las becas debería haber estado lista, por ley, para finales de abril (a seis meses del comienzo del plazo de solicitud), pero, poco antes de que se cumpliera esa fecha, la Dirección General de Investigación Científica y Técnica del Ministerio de Economía y Competitividad, de la que dependen, publicó una resolución por la que se daba seis meses más. Resultado: los doctores a los que va dirigida (se trata de facilitar la contratación de quienes han conseguido recientemente el título por parte de organismos de investigación y centros de I+D españoles) continúan esperando. Quizá hasta octubre, cuando finaliza dicho plazo. Es decir, todo un año de parón para la ciencia y un ahorro, momentáneo, para las arcas públicas.

A la espera de Hacienda

“Lo único que pedimos es que saquen ya la resolución provisional para saber si estamos o no dentro. Hay mucha gente que ha cogido ya un contrato en el extranjero, y podrían renunciar a su plaza, con lo que, tras esa resolución, todavía quedaría un proceso lento”. Lo cuenta María del Toro, doctora en biología molecular y experta en resistencia a los anitibióticos de la salmonela. Su objetivo cuando echó la solicitud en noviembre del pasado año era incorporarse al Grupo de Intergenómica de la Universidad de Cantabria, donde ya ha colaborado. Ella quiere ir, y ellos quieren que vaya. ¿Problema? La JDC no sale. No saben si podrán contar, o no, con la garantía de esta ayuda, de28.800 euros anuales, por tres años, destinados a financiar su salario y la cuota de la Seguridad Social. Mientras, están buscando otras fuentes de financiación que, por ahora, no llegan.

Desde el Ministerio se justifican. El texto publicado en abril por el que se ampliaba el plazo seis meses alegaba “el gran volumen de recursos humanos y materiales a emplear” en la instrucción de este tipo de convocatorias, “volumen del que no se dispone en la actualidad”, así como el alto número de solicitudes. Hoy,  “tenemos las manos atadas. La resolución está a la espera del dictamen del Ministerio de Hacienda, a través de su Secretaría de Estado de Presupuestos y Gastos. Espero que no lleguemos a agotar el plazo y que a la vuelta del verano se solucione: no creo que se pierdan, aunque es mi opinión personal”, explica Marina Villegas, subdirectora general de Proyectos de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad. En el de Hacienda, estos días, no ha habido respuesta a las peticiones de una explicación por parte de El Confidencial.

Haciendo las maletas

El caso es que, mientras tanto, los 225 investigadores a que podrían haber investigado ya con esas ayudas siguen, como Javier Gutiérrez, a la espera. Él volvió a España en mayo, después de trabajar en Estados Unidos y Gran Bretaña, con la idea de que, para entonces, sabría ya si podía disponer de una JDC. Hoy está en paro, a la espera de una otra oportunidad que lo lleve de nuevo fuera, donde “con la preparación que hay en España, se pelean por nosotros”.

También mira al exterior Raúl García Camacho, especialista en ecología y conservación de la biodiversidad. A sus 35 años, este investigador que espera su segunda hija se ve “obligado” a irse fuera: “Habrá que hacer las maletas”, dice. A él, que ya ha estado en Alemania, no le supone un problema, pero advierte que eso le impide “mejorar para el país que me ha formado y el que ha financiado parte de mis estudios a través de becas. Es un dinero que están tirando a la papelera”.

Francisco Iñesta, biólogo que ha trabajado en Escocia en investigación sobre las proteínas kinasas y su posible uso como dianas terapéuticas contra el Parkinson, ha vuelto, en cambio, a los libros: los de las oposiciones de secundaria. Y María del Toro espera en casa la resolución de las JDC. No sentada (ninguno de estos investigadores parece esperar sentado), sino buscándose ya fuentes de financiación alternativas para poder acudir a la Universidad de Cantabria.

Las JDC de 2012 Serán, si por fin llega algún tipo de resolución, las últimas, puesto que el Ministerio establece, en su Plan de Actuación Anual 2013, que se sustituirán por los llamados Contratos para la Formación Postdoctoral, que las reducen a dos años y limitan el presupuesto a 11.250.000 euros.  “Es que somos muchos y muy buenos. Parece que no cabemos todos. Y encima te ponen zancadillas”, reflexiona Javier Gutiérrez. Fernando Alemán remata desde la Univesidad de California en San Diego (EEUU): “Solicité la JDC, pero, si me la conceden, probablemente la rechace debido a la precariedad en la que se encuentra la I+D+i en el país, sin visos de cambio. Ahora mismo es un suicido científico volver a España”.

Publicado en El Confidencial el 25 de agosto de 2013

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