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La educación semipresencial, a debate

Publicado en Magisterio el 17 de noviembre de 2020.

Implantada en mayor o menor medida en 13 comunidades autónomas para ESO, Bachillerato y FP, la Educación semipresencial está en el centro del debate. Los profesores y otros expertos consultados lamentan la falta de información veraz de cómo está funcionando.

Jueves, 9.00 am. “Me levanto y me pongo a trabajar. Estoy unas dos horas, que es lo que tardo en hacer todo. El tiempo depende bastante de la semana, ya que una me hinchan a tarea y la siguiente casi no tengo”. David (14 años) cuenta cómo transcurre una de sus mañanas de instituto en casa. Estudia 3º de ESO en un centro público del sur de Madrid, una de las 13 comunidades autónomas en las que la semipresencialidad en la enseñanza de ESO, Bachillerato y FP ha sido la solución dada a la necesidades marcadas por la Covid-19, al menos en los casos en que las ratios y los espacios impiden mantener las medidas de seguridad básicas.

Sólo garantizan una Educación presencial para todas las etapas y cursos Cantabria, Castilla y León, Navarra y País Vasco. En Galicia, de facto, la semipresencialidad sólo se da en FP, y en Extremadura también es así en la mayoría de los casos. En buena parte de las regiones, sin embargo, arranca en 3º de ESO, y en alguna se da incluso antes. Murcia es el caso extremo: la tiene implantada desde Infantil, y los alumnos hasta 3º de ESO acuden a los centros cuatro de cada cinco días (luego, dos una semana y tres la siguiente). En Ceuta y Melilla, también desde Infantil, se ha articulado un sistema de franjas horarias por el que los alumnos acuden cada jornada, divididos en dos grupos, tres horas a los colegios.

Con la evolución actual de la pandemia cabe esperar que la semipresencialidad se amplíe. Ha sucedido ya en Cataluña, donde los centros tienen instrucciones de limitar en lo posible las clases presenciales en Bachillerato y FP, con el límite del 50% del tiempo lectivo. Algunos se están preparando para el peor escenario: en previsión de un posible confinamiento que implique el cierre de centros, la Xunta de Galicia ha presentado un plan de enseñanza virtual para alumnos a partir de 3º de Primaria.

Los modelos en que se desarrolla esta semipresencialidad también son variados, por semanas, días alternos o turnos de tres horas; con envío de tareas, vídeos tutoriales, recursos en aulas virtuales, clases invertidas, grabadas, en streaming… “Un día estaba jugando con unos amigos a la Play y de pronto me di cuenta de que estaban en una videollamada de su clase. Yo oía a su profe a través del juego”, narra David, que únicamente recibe tareas, pues las cámaras prometidas, según la dirección de su centro, aún no están instaladas.

Lo que no cambia es la preocupación de la comunidad educativa. Muchos padres manifiestan su temor a que éste sea un curso perdido; las asociaciones elevan sus protestas –en Madrid, por ejemplo, la FAPA Giner de los Ríos ha recurrido al Defensor del Pueblo– y algunos docentes no tienen dudas: “La sensación que tenemos en los centros es que en la Secundaria Obligatoria la semipresencialidad no funciona en absoluto: más allá de quienes no tienen medios materiales para seguir la clases online, es muy difícil que haya Educación sin escuela. Sin un docente al lado que estimule, oriente y escuche; sin un grupo con el que interactuar y del que aprender; sin una cierta organización de los tiempos y de las tareas, la jornada escolar se desvanece. Es un tiempo arrebatado a la Educación”, sostiene Guadalupe Jover, profesora del IES “María Guerrero” en Collado Villalba (Madrid).

Falta de información fiable

Lucas Gortazar, especialista en Educación de Esade y Banco Mundial y miembro de la red de Los 100 de la Fundación Cotec, lamenta la falta de información al respecto: “Es imposible valorar cómo se está desarrollando la Educación semipresencial porque no tenemos un sistema de monitoreo del sistema educativo. Sólo podemos conocer cómo se está dando de una manera parcial, en base a mucha conversación y mucha llamada. Partiendo de ahí, parece que así como lo presencial está funcionando y los centros se están adaptando bastante bien, respecto a lo semipresencial hay dudas de si tenemos los mimbres y mecanismos necesarios. Yo sé de centros que se apañan y otros con historias desastrosas”.

“No hay información veraz; sólo tenemos anécdotas e intuiciones”, coincide Fernando Trujillo, profesor de la facultad de Educación de la Universidad de Granada, miembro de Conecta 13 y autor de Aprender y enseñar en tiempos de confinamiento (Ed. Los Libros de la Catarata). “No se puede hacer una valoración precisa, pero tenemos intuiciones de que en muchos casos se está dando una semipresencialidad de saldo, y esto no va a hacer que los estudiantes avancen en su proceso de aprendizaje. Empiezan a sonar campanas sobre el diferente ritmo de progreso de los alumnos según el tiempo que permanecen en el centro”, añade.

Nueva investigación

Trujillo, autor del estudio Panorama de la Educación en España tras la pandemia de Covid 19, planea realizar entre diciembre y enero una nueva investigación para, precisamente, analizar el desarrollo de este primer trimestre del curso. Por el momento, habla, con muchos matices, de los avances parciales de algunas comunidades en satisfacer las demandas de la comunidad educativa en la crisis de marzo, como la adquisición de dispositivos, el funcionamiento de las plataformas o la contratación y formación de docentes, para recalcar: “El gran problema es el currículo. Es muy complejo tener un currículo tan extenso, diseñado para la presencialidad, en este tipo de enseñanza, en la que el ritmo es más lento y sosegado. Este año hay que hacer un enorme ejercicio de confianza en los docentes y en su capacidad de ajustar ese currículo a la realidad de lo que se puede hacer, ese juego entre lo deseable, lo posible y lo viable”.

Jueves, 11 am. David ha acabado la tarea del día. Aún no ha desayunado, pero para eso, para jugar a la Play, leer, volver a jugar (esta vez sin pantallas de por medio), hacer la comida, bajar por el pan y hasta la basura (si se lo han pedido antes sus padres), dice que aún le queda toda la mañana. Pasa así dos o tres días a la semana: “A mí esto de ir un día sí, otro no, no me parece del todo buena idea, porque no coges la rutina, te levantas cada día a una hora, algunos días te pasas tres horas trabajando y otros ni media, y además con mi horario tres de las asignaturas principales las doy presenciales una semana sí y otra no”, explica. Es la “semipresencialidad de saldo” de la que habla Trujillo, consecuencia, en su opinión, de que muchas administraciones se aferraran hasta el último momento a la presencialidad, para, a última hora, a días de comenzar el curso, optar por un modelo mixto.

Reabrir escuelas: por qué, cómo, para quién es un informe de EsadeEcPol del que es coautor Lucas Gortazar. En él se proponía, al menos para la etapa obligatoria, un mínimo universal de presencialidad de 4 a 6 horas al día que en la mayoría de las comunidades no se está cumpliendo a partir de 2º de ESO. “Cualquier esfuerzo por buscar la presencialidad era necesario. En Infantil y Primaria es insustituible”, explica Gortazar, que continúa: “En ESO quizá ya no necesitan tanto cuidado por parte de las familias, pero los de 3º y 4º van a encadenar el fin de la escolaridad obligatoria y la entrada a FP o Bachillerato en la misma situación. Son transiciones muy complejas. Ahí se desenganchan muchos alumnos y la dimensión presencial es una protección frente a posibles abandonos”.

Es ese, precisamente, el mayor miedo de María, madre de un chaval de 16 años, Daniel, que no es raro que en sus días de escuela en casa amanezca cuando David ya está haciendo la comida, a las 2 del mediodía, y que a las 10 de la noche se pone a estudiar el examen que tiene al día siguiente: “Los días sin instituto cree que está de vacaciones, y cree también que le van a aprobar sin hacer nada; con este panorama, no sé cómo puedo convencerle de que es importante que siga estudiando”, cuenta ella.

Más segregación escolar

Pero el del abandono no es el único de los riesgos: “Mayor segregación escolar. Eso es lo que nos va a dejar este curso. Y es ya insoportable”, subraya Guadalupe Jover. “Claro que podemos explorar fórmulas que atenúen la catástrofe, pero sólo podrán aprovecharlas algunos de nuestros estudiantes. A otros los perderemos irremisiblemente”, señala esta profesora, autora de Hablar, escuchar, conversar (ed. Octaedro). “Dicho esto, es cierto que los docentes no estábamos preparados, y hemos ido aprendiendo a base de ensayo y error. Claro que necesitamos más y mejor formación –con y sin pandemia– y mucha más coordinación. Pero para ello necesitamos también una revisión de nuestra jornada laboral: hoy por hoy, tanto la formación como el diseño de materiales didácticos lo hacemos a cuenta de nuestros tiempos personales, en una sobrecarga horaria que de llevarse a cabo en una empresa privada acabaría en los tribunales”.

“La pandemia es una catástrofe educativa y hay que tratarla como tal”, recalca Gortazar. “Nadie estaba preparado. Hay centros que tienen situaciones muy difíciles. Por ejemplo, una escuela-gueto del sur de Madrid probablemente esté muy poco preparada para un modelo semipresencial, porque antes tiene que abordar problemas de mucha mayor índole. Sin embargo, otros cuentan con vientos más favorables y no están afrontando este reto de manera eficaz. Hay centros innovadores, con liderazgo profesional, y hay centros donde no lo hay. Y esto marca la diferencia”, añade el investigador.

Trujillo apunta a la necesidad de integrar materias (“que se enseñe lengua con la mirada puesta en la historia, por ejemplo”) y, más allá de una semipresencialidad entendida como deberes, proponer “tareas de investigación, de carácter creativo, de grabación de productos digitales, de trabajo colaborativo en la red”, señala. “Es pronto para hacer una valoración”, reitera. Mientras, David, el chaval de 14 años que arrancaba este texto, sí se lanza a dar su opinión sobre la semipresencialidad: “Es mejor o todo online o todo presencial, pero no mezclar”.

Publicado en Magisterio, junto con un ‘mapa’ de la implantación de la educación semipresencial por comunidades autónomas, el 17 de noviembre de 2020.

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